viernes, 14 de marzo de 2008

Sexo disidente

¿Espejo narcisista de la comunidad gay o herramienta que promueve una sexualidad plural? La aparición de Soy, suplemento del diario Página/12 acerca del sexo disidente, es un verdadero gesto político. Quizá se trate de la decisión editorial más audaz en un medio de alguna penetración masiva, por fuera de publicaciones militantes destinadas a la comunidad gay, como lo son Guapo e Imperio. Soy ensaya una mirada sobre el lifestyle gay, no exenta de humor e ironía, pero también entrevista a Raúl Zaffaroni en un intento por comprender las barreras que establece una sociedad desconfiada y ancestralmente reaccionaria. El testimonio es interesante en sí mismo, y contiene observaciones muy sutiles. Cuando le preguntan si podría compararse la negación de derechos civiles a lesbianas, gays, travestis, transexuales y bisexuales con las que padecen otras minorías, el juez señala: “Sin duda hay un claro paralelo, aunque no reiteración, porque las situaciones no son idénticas. El paralelo proviene de que las ideologías racistas o discriminatorias lo son en bloque, o sea, consideran inferiores a todos. Para los nazis e integristas norteamericanos, son inferiores todos los que no se parecen a ellos. La reacción antidiscriminatoria es siempre sectorial, cada uno combate contra su propia discriminación, e incluso discute con el otro discriminado, porque su discriminación es peor, y también se vuelve discriminador”. Durante la última década, ha sido importante la incorporación de lo homosexual en la producción cultural así como su difusión en los medios de prensa; no lo homosexual reducido a una marioneta ridícula o como símbolo de la marginalidad y la perversión, no lo homosexual como expresión utilitaria del llamado pink market, sino como parte de una cultura de la diversidad y un conflicto propio de la condición humana. Ese es el aporte de Soy, por encima de sus hallazgos o límites puramente periodísticos.

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