domingo, 9 de marzo de 2008

De inmigrantes digitales

Soy un forastero digital. Inmigrante en la blogósfera. Esa inocencia produce algunas escenas curiosas cuando ingreso en el castillo del departamento online agitando mi última conquista: Google Analitics acaba de avisarme que una persona residente en Lisboa, Portugal, leyó dos textos de mi blog durante un minuto cincuenta y cinco segundos. ¿Sociedades vigiladas? Mis compañeros del mundo digital disimulan su asombro por simple cortesía. “Excelente”, me alientan. Para mí es un fenómeno mágico. A unos pocos metros de ellos, un redactor de Rolling Stone, Juan Ortelli, recibe castigo de sus lectores por haber advertido los problemas legales que pueden afrontarse si se descarga música online. “¿Vos también me vas a pegar?”, me pregunta cuando le cuento que postearé algo sobre downloads. No puedo hacerlo: tiene el cuerpo enteramente magullado por lectores proclives a matar al mensajero. Es un tema complejo, pero las dificultades no pueden ocultar una idea central: compartir archivos musicales es uno de los hábitos culturales más innovadores del nuevo siglo. No soy un heavy user del download, pero hace algunos días, obnubilado por la maravilla de acceder a culturas remotas a golpe de mouse, quise espiar qué está sucediendo con la música de Medio Oriente. En los viejos tiempos, sólo era posible estar al tanto de esas novedades cuando algún amigo viajaba a alguna de las grandes capitales culturales. Demoré ocho minutos exactos en tomar contacto con una solista de Haifa en cuya voz lacerante resuena la tragedia ancestral de toda una región. Dos horas más tarde, tres o cuatro espíritus curiosos me agradecieron online que les haya pasado el dato. ¿Por qué habría yo de privarme de semejante intercambio cultural? Durante mi paso por Rolling Stone, escuché los lamentos genuinos de la industria musical, e inclusive el de artistas educados en la producción cultural offline. Esgrimen razones comprensibles, pero gestos como el de Radiohead –su disco Rainbows fue lanzado en octubre en la web, a un costo relativo que debía establecer el usuario online- terminan por modificar los modos de distribución y consumo cultural. Es curioso, pero en tiempos de individualismo feroz la experiencia online trae de regreso valores comunitarios. Compartir es la palabra clave del tiempo digital.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es realmente lo unico de este siglo que parece Sci fi . Tambien leo nombres de grupos y luego los busco y los escucho . Siempre compro musica , pero hoy es tan dificil ... con la biblioteca de babel a mi lado .
Como buscaste a la cantante de Haifa? como se llama?
Gracias por los libros . Ya anote .
No se pueden ir archivando los libros del Señalador? Bueno, gracias x tutto me gusta muito elblog , keep it up!H

Anónimo dijo...

Ya que estás con la música de tintes orientales, intentá con Rabih abou khalil, que en este caso las mixtura con jazz y música contempránea