jueves, 17 de julio de 2008

Ojos bien abiertos

Pequeña noticia privada: hoy me he calzado un par de anteojos de lectura por primera vez en esta vida. Son bonitos, o eso me parece a mí. Esperaba disfrutar de ellos hace tiempo, pero algo hizo que mi visión fuera excelente hasta llegar al borde de los 50 años. Lo primero que disfruté al ponermelos fue descubrir que puedo ahora ver la textura del papel, el trazo de la letra, las pequeñas rugosidades que hasta hoy, durante los últimos años de bruma, me habían sido vedadas. Debí regresar dos o tres párrafos atrás (El placer del viajero de Ian McEwan fue el último libro que leí en cierta penumbra, Sábado inauguró una lectura plácida y sin esfuerzos), porque me entretuve en estas sorprendente visiones que ya no recordaba y perdí varias veces el hilo de la historia. He comprado un par de anteojos clásicos aunque con alguna impronta de modernidad. Anoche me los he puesto en casa, y mis hijos me observaron con medias sonrisas tímidas: acaso se hayan decepcionado un tanto, pensé, al ver que su padre envejece. Había pensado en arrellanarme en el sillón para entregarme a alguna lectura, pero terminé probando mi ojos renovados en insólitas situaciones domésticas: leí (ahora sí) las propiedades del aceite de oliva detalladas en el envase, leí la composición del vino en le etiqueta (10 por ciento de merlot, un dato que había escapado al entendimiento de mi paladar), leí el procedimiento que debe seguirse en la aplicación de una crema de enjuage. Leí nimiedades, letras escondidas, datos inútiles, pero los leí bajo un sentimiento de júbilo y libertad que me devolvió saberme poseedor de una parte del mundo que había perdido.

3 comentarios:

Laura Pintos dijo...

Pero nooo, ahora te vas a ver las arrugas y los pelos desubicados y todo eso!

Estrella dijo...

Una de las cosas más importantes que se van con los años es la buena vista. Con los anteojos se recupera el mundo de las pequeñas cosas, pero como dice laura, también se ven las pelusas, las imperfecciones, las arrugas de los otros.
Lo que me gustó de este post: que en vez del lamento, aparece la celebración.

Anónimo dijo...

Leyendo tu post, me acordé de "La aventura de un miope" de Italo Calvino. te lo recomiendo