lunes, 21 de julio de 2008

Crianza

Es un lugar común de la genética moderna y la crianza de los hijos que los padres tienen poca o ninguna influencia en el carácter de los mismos. Nunca sabes cómo te van a salir. La salud, las oportunidades, las perspectivas, el acento, los modales en la mesa: quizás esté en tu mano moldear estas cosas. Pero lo que determina en realidad la clase de persona que va a vivir contigo es cómo es el esperma y cómo el huevo que encuentra, cómo se eligen las cartas de dos barajas y luego cómo se barajan, cómo se dividen en dos mazos y se ensamblan para recombinarlas. Alegre o neurótico, desprendido o avaro, curioso o soso, expansivo o tímido o cualquier cosa entre medias; la gran cantidad de trabajo que ya llega hecho puede ser una auténtica ofensa al amor propio de un progenitor. Por otra parte, eso quizás te saque del atolladero. Lo entiendes en cuanto tienes un segundo hijo: dos personas completamente distintas provienen de azares más o menos similares de la vida.
Ian McEwan, Sábado

1 comentario:

Anónimo dijo...

que increíble canción la de Petrucciani....